“Agradecemos a productores, telefonistas, movileros, operadores, etcétera, porque sin ellos este programa no sería posible”.
“Este diario se hace con el esfuerzo de todos; desde el portero hasta el editor, pasando por los redactores, personal de maestranza y administrativos, entre muchos otros”.
“Los que ponemos la cara somos nosotros los conductores. Pero sepan que detrás de cámara hay productores, tira-cables, cámaras y asistentes de producción que hacen hasta lo imposible para que el programa salga al aire”.
Estas frases suelen ser repetidas hasta el hartazgo cuando se busca resaltar la calidad del producto radial, televisivo o gráfico.
Sin embargo, la intención de hacer “partícipes del éxito” a todos, no pasa de ser declamativa, porque a la hora del reconocimiento efectivo las empresas obvian el hecho de que todos los que participan son trabajadores de prensa, buscando dividir con promesas de dádivas y flores de un día.
De esta manera, la patronal mira para otro lado a la hora de reconocer los derechos de los tira-cables, movileros, operadores, telefonistas, personal de maestranza, administrativos y demás, no reconociéndolos como trabajadores de prensa y pagándoles salarios en negro. Es decir, “blanquean” la precarización.
Como corolario, este accionar deja afuera a los trabajadores jubilados, que con los pagos en negro “la ven pasar”.
Y es esa precarización la que les permite minar al sindicato con el argumento de que esos trabajadores no forman parte del colectivo de prensa. En otras palabras, las empresas declaman que el trabajador de prensa somos todos, pero en los hechos valoran a algunos más que a otros.
Se legitima, entonces, el culto al individualismo y se impone la vieja fórmula de dividir para reinar.
Esto no es ajeno al actual proceso electoral que vive nuestro gremio. La lista opositora pretende un gremio que “privilegie a los trabajadores de los medios” y en particular a los periodistas, que son “la parte esencial”, incurriendo así en un solapado elitismo que ya no se atreven a enunciar en forma desembozada como lo hicieron en el 2005 al pretender excluir a los afiliados directos.
En la solidaridad y la construcción colectiva no hay términos medios, ni tampoco trabajadores clase A y clase B. O creemos que somos todos iguales, o creemos otra cosa.
Nuestro colectivo de prensa y comunicación debe incluir, con igualdad de derechos para todos los fines, a quienes se quiere excluir.
Esa es la esencia de la solidaridad.
Compañero afiliado al Cispren:
El 20 de noviembre, votá solidaridad, pluralidad y compromiso.
Votá la Lista Blanca Nº 1 “Unidad y Participación”
AGRUPACIÓN MARIANO MORENO
“Este diario se hace con el esfuerzo de todos; desde el portero hasta el editor, pasando por los redactores, personal de maestranza y administrativos, entre muchos otros”.
“Los que ponemos la cara somos nosotros los conductores. Pero sepan que detrás de cámara hay productores, tira-cables, cámaras y asistentes de producción que hacen hasta lo imposible para que el programa salga al aire”.
Estas frases suelen ser repetidas hasta el hartazgo cuando se busca resaltar la calidad del producto radial, televisivo o gráfico.
Sin embargo, la intención de hacer “partícipes del éxito” a todos, no pasa de ser declamativa, porque a la hora del reconocimiento efectivo las empresas obvian el hecho de que todos los que participan son trabajadores de prensa, buscando dividir con promesas de dádivas y flores de un día.
De esta manera, la patronal mira para otro lado a la hora de reconocer los derechos de los tira-cables, movileros, operadores, telefonistas, personal de maestranza, administrativos y demás, no reconociéndolos como trabajadores de prensa y pagándoles salarios en negro. Es decir, “blanquean” la precarización.
Como corolario, este accionar deja afuera a los trabajadores jubilados, que con los pagos en negro “la ven pasar”.
Y es esa precarización la que les permite minar al sindicato con el argumento de que esos trabajadores no forman parte del colectivo de prensa. En otras palabras, las empresas declaman que el trabajador de prensa somos todos, pero en los hechos valoran a algunos más que a otros.
Se legitima, entonces, el culto al individualismo y se impone la vieja fórmula de dividir para reinar.
Esto no es ajeno al actual proceso electoral que vive nuestro gremio. La lista opositora pretende un gremio que “privilegie a los trabajadores de los medios” y en particular a los periodistas, que son “la parte esencial”, incurriendo así en un solapado elitismo que ya no se atreven a enunciar en forma desembozada como lo hicieron en el 2005 al pretender excluir a los afiliados directos.
En la solidaridad y la construcción colectiva no hay términos medios, ni tampoco trabajadores clase A y clase B. O creemos que somos todos iguales, o creemos otra cosa.
Nuestro colectivo de prensa y comunicación debe incluir, con igualdad de derechos para todos los fines, a quienes se quiere excluir.
Esa es la esencia de la solidaridad.
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El 20 de noviembre, votá solidaridad, pluralidad y compromiso.
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